La libertad, es el
tesoro más valioso que tenemos como seres humanos y esto lo promulgaba Jean-Paul
Sartre, este es el principio fundamental que debería presidir a todas las personas
en el mundo, el hecho de tener libertad y no estar restringidos por diferencias
de carácter socio-cultural es fundamental para la buena convivencia
Ya que, para gozar plenamente de esta
máxima, debemos comprometernos luchando día a día contra toda tempestad, por no
ser perseguidos a consecuencia de nuestra cultura, raza, creencia religiosa, situación
económica, preferencia sexual, mejor dicho, todo aquello que nos hace únicos como
seres humanos.
En algún momento se podría decir que no
todo es real, que los desacuerdos que tememos los unos con los otros son tan grandes,
porque en el día de hoy encontramos esa realidad de igualdad irreal, que no
abarca más allá de una retórica oración que suena muy bonita y humana, pero que
en práctica resulta ser inalcanzable en su totalidad.
Pues en mi
humilde opinión personal, la realidad humana en su desarrollo cultural, debe adaptarse
y superar la problemática Cultural,
Histórica y Social que normalmente suele sobrellevar el avance que día tras día
se genera. Y precisamente por esto no
podemos dejar que solo unos cuantos carguen con la responsabilidad de defender “La
Libertad” de la cual absolutamente somos dueños todos.
Con lo anterior tenemos la total
certeza que “Si mi libertad termina donde empieza la de los demás”, no podemos
permitir que algunos seres humanos se atribuyan derechos sobre otros, porque
cada uno somos dueños de nuestra propia y libre voluntad, aunque muchos no
entren en concordancia con nuestras opiniones, raíces, tradiciones o posiciones
personales, debe respetarse por ser el desarrollo de nuestra propia y única
personalidad, principio rector y derecho Fundamental del ser humano.
“No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con
mi vida su derecho a decirlo”
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